La reordenación del régimen franquista fue impulsada por la entrada en el gobierno de algunos ministros vinculados al Opus Dei, los cuales, aportaron criterios más técnicos y modernizadores. Por ello, se conoce a este grupo como los tecnócratas, que promovieron una apertura económica que posibilitase el acercamiento a Europa y favoreciese el desarrollo industrial. Los nuevos gobiernos, a partir de 1957, abandonaron la autarquía e iniciaron un proceso de liberalización económica y apertura a la economía europea. Para ello se puso en marcha el Plan de Estabilización (1959), cuyo objetivo era sustituir una economía cerrada y con fuerte control estatal, por una economía vinculada a los circuitos internacionales y con mayor peso de la iniciativa privada.
Una vez suprimidos los obstáculos al comercio exterior, se promulgaron una serie de medidas para favorecer la inversión de capital extranjero. Asimismo, el gobierno puso en marcha los llamados Planes de Desarrollo (1964-1975), que pretendían fomentar el desarrollo industrial y disminuir los desequilibrios entre las diferentes regiones españolas (Para ello se crearon los Polos de Desarrollo que promovieron nuevas industrias en zonas de escasa industrialización).

La cara negativa de este desarrollo fué el mantenimiento de las desigualdades personales en la distribución de la renta y el mal reparto regional. Los principales beneficiarios del milagro económico fueron la banca y los grandes grupos industriales, favorecidos por el Estado. Por otra parte, existían grandes desequilibrios regionales: País Vasco, Madrid, Cataluña, Levante, Baleares y Canarias crecieron a un gran ritmo mientras que Galicia, Extremadura, Andalucía, Aragón y las dos Castillas no lograron salir de su atraso, salvo en los nuevos enclaves industriales( El Ferrol, Vigo, Sevilla, Cádiz, Huelva, Valladolid, Burgos). Es por lo que a este fenómeno de crecimiento, pero con desequilibrios, se le denomina "DESARROLLISMO". La consecuencia fué la emigración masiva a las regiones industrializadas de España y, sobre todo, al extranjero (países ricos de Europa: Alemania, Bélgica, Suiza, Holanda...).
Por tanto, los buenos resultados de este crecimiento económico no pueden ocultar sus grandes limitaciones:
- Las acciones emprendidas se centraron principalmente en la industria y en los sevicios. El sector agrario, a pesar de las mejoras introducidas, siguió en situación de atraso y su población expuesta al paro o a la pura subsistencia lo que le llevó a tener que emigrar.
- La gran dependencia de la tecnologia y de las inversiones extranjeras (patentes, maquinaria).
- Los beneficios del crecimiento no fueron bien retribuidos por el Estado: insuficiencia de viviendas, hospitales, escuelas, infraestructuras y, sobre todo, de un nuevo sistema fiscal que fuera progresivo y más justo (más peso de los impuestos directos, más impuestos a las rentas más altas).