Al principio, se cometieron muchos errores en la lucha contra la crisis: ampliación de la producción siderúrgica basada en una supuesta expansión de la demanda que no se dió, lo que obligará a realizar más tarde una fuerte reconversión de industrial; incorporación al sector público de algunas empresas privadas en quiebra o con graves dificultades, lo que hizo aumentar las pérdidas del grupo INI y el incremento del gasto público.

Sus dos objetivos principales fueron:
- Reducir la inflación: para ello se devaluó la peseta y se moderó el gasto público (incluyendo a la Seguridad Social); los resultados fueron positivos: la inflación pasó del 29% en 1977 a menos de la mitad en 1978.
- Repartir equitativamente los costes de la crisis: esto se hizo a través de una reforma fiscal con la creación del Impuesto Extraordinario sobre el Patrimonio (1977) y del Impuesto sobre la Renta de las Personas Fisicas (1978) con un retraso de casi un siglo. Así, España se incorpora a la estructura tributaria de los paises desarrollados, pudiendo dar los primeros pasos hacia la constitución del Estado del Bienestar. También se estableció un nuevo marco para las relaciones laborales que permitió un aumento de los salarios según la inflación prevista.
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